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El impacto de la meditación en el cerebro, según la ciencia
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Imagen cortesía de ⓒDall-E.
De acuerdo con un estudio, la meditación basada en la bondad amorosa puede generar cambios cerebrales profundos vinculados con la regulación emocional y la memoria.

El estrés forma parte de la vida cotidiana para casi todas las personas, sin importar su entorno o actividad. Aun así, existen herramientas que ayudan a reducir sus efectos. Entre ellas, la meditación ha ganado popularidad como una práctica accesible y eficaz, cuyas implicaciones van más allá del alivio momentáneo y comienzan a ser estudiadas con mayor profundidad por la ciencia.

Un estudio reciente realizado por la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí analizó cómo la meditación influye directamente en la actividad cerebral. Utilizando registros de electroencefalogramas intracraneales (EEG), el equipo observó cambios en regiones profundas del cerebro, como la amígdala y el hipocampo, asociadas con la regulación emocional y la memoria.

Con solo diez minutos de meditación, los participantes mostraron cambios medibles en la actividad de la amígdala y el hipocampo.

La investigación se llevó a cabo en el Laboratorio de Biometría Cuantitativa de Mount Sinai West, en un entorno diseñado para simular un espacio natural y relajante. En el estudio participaron ocho pacientes con epilepsia resistente a fármacos, a los que se les implantó un sistema de neuroestimulación reactiva. Todos eran principiantes en la meditación y siguieron una guía de audio con cinco minutos de preparación, seguidos de diez minutos de meditación.

La técnica que emplearon se conoce como meditación de bondad amorosa (loving-kindness meditation), y consiste en generar intencionalmente pensamientos positivos hacia uno mismo y hacia los demás. A través de frases o imágenes mentales, se busca cultivar emociones como la compasión, la aceptación y el deseo de bienestar, incluso hacia personas desconocidas o difíciles.

Tras la sesión, los participantes calificaron la profundidad de su experiencia meditativa, obteniendo una puntuación promedio de 7.43, lo que indica un alto nivel de inmersión. Según el Dr. Ignacio Saez, profesor asociado en Neurociencia y Neurología, esta forma de meditación provocó cambios en la intensidad y duración de ondas cerebrales tipo beta y gamma, frecuencias que suelen verse alteradas en trastornos como la depresión y la ansiedad. Que estas ondas puedan modificarse de manera voluntaria a través de la meditación, sugiere un camino posible para entender sus beneficios.

Aunque el estudio tiene limitaciones —como el tamaño reducido de la muestra y la falta de seguimiento a largo plazo—, abre una línea de investigación concreta sobre cómo ciertas prácticas meditativas pueden incidir directamente en la actividad cerebral. Frente a una creciente demanda de herramientas accesibles para el manejo del estrés y la salud mental, este tipo de hallazgos ofrecen una vía posible para integrar estrategias complementarias con base científica, sin necesidad de fármacos ni intervenciones invasivas.

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Fotografía cortesía de ⓒMedienstürmer.

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